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“EN AMÉRICA LATINA CADA 2.5 HORAS UNA MUJER ES ASESINADA”, (France24, 2018).

El hecho de que cada 2.5 horas sea asesinada una mujer en América Latina resalta la urgencia de reconocer que todas las mujeres, sin importar su edad, estamos en riesgo. Nuestra vida está en peligro al igual que el equilibrio del bioma amazónico. La Amazonía, el segundo lugar geopolítico más importante del planeta, posee una gran riqueza biológica y recursos no renovables, atrayendo la inversión de numerosas empresas. Particularmente, hoy, 5 de septiembre, Día Internacional de la Mujer Indígena, es crucial relacionar las violencias que enfrentan las mujeres y las amenazas a este territorio, porque sin mujeres, no hay Amazonía.

Según el Atlas del Mapeo Panamazónico de REPAM en 2019 las mayores amenazas para los territorios son: el extractivismo y los megaproyectos; la pérdida identitaria y cultural; la contaminación ambiental ocasionada por las actividades extractivas y el modelo de vida depredador, que están afectando las fuentes hídricas y la pérdida de biodiversidad. En relación con las amenazas a la población, se identificó con el 51% a las mujeres como la población con mayor riesgo a experimentar algún tipo de vulneración de derechos (REPAM 2019).

La antropóloga argentina Rita Segato, quien ha investigado durante años las expresiones de violencia contra las mujeres en el continente, menciona que diariamente podemos observar cómo las mujeres quedan atravesadas en medio de las expresiones bélicas del crimen organizado, los grupos armados, abusos policiales y militares, facciones armadas que representan intereses particulares -como el de las empresas extractivas- que encubren las violencias (2014, 20-24). Por ello, la importancia de hablar de los casos de feminicidio y las violencias contra los cuerpos de las mujeres en la Amazonía. En el caso de los feminicidios sabemos que las cifras aumentan y al menos el posicionamiento del término ha permitido visibilizarlo como un problema social. Sin embargo, debemos recordar que detrás de cada cifra existe una vida, una historia arrebatada, una voz silenciada.

En 2020, durante el confinamiento por la pandemia del covid-19, los casos de feminicidio aumentaron, resultando en la muerte de 6.645 mujeres en los nueve países de la cuenca amazónica, de las cuales 1.550 pertenecían propiamente a los estados amazónicos[i]. Al verificar los datos específicos de las provincias o departamentos del territorio amazónico, encontramos que no existe suficiente información desagregada y actualizada de todos los países[ii]. Los sistemas de información dependen mayormente de los datos que maneja el Estado y sus departamentos judiciales, y sabemos que esta información no siempre refleja la realidad, sino solo un porcentaje parcial de los casos existentes.

En la Amazonía, la violencia se manifiesta junto con la explotación de los recursos no renovables. El informe de 2019 “Panamazonía: situación de los derechos humanos de los pueblos indígenas y tribales de la Panamazonía”[iii], elaborado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), con los aportes y el apoyo de la REPAM y la Asociación de Universidades Confiadas a la Compañía de Jesús de América Latina (AUSJAL), constató que la presencia de empresas extractivas en los territorios genera impactos diferenciados en las mujeres. Estos incluyen el aumento de la carga laboral en la crianza de los/as hijos/as, desequilibrio de roles que impacta en situaciones como, la desaparición de espacios para el cultivo, pérdida de alimentos y medicinas tradicionales, con las que mantienen a su familia. Además, aumentó el riesgo de violaciones y explotación sexual, afectando a las mujeres de todas las edades. Otras expresiones de violencia ocurren en contextos de conflicto armado, militarización de tierras indígenas, en los procesos migratorios y organizativos promovidos por defensoras de derechos (CIDH 2019).

Por lo tanto, es fundamental reconocer todas las expresiones de violencia contra las mujeres en la Amazonía. Se requieren esfuerzos desde todos los frentes posibles: a nivel organizativo local, estatal, universitario, ONG y de las Iglesias. Especialmente desde las universidades es crucial aportar a un monitoreo adecuado de los casos, para identificar las variables que pueden estar aumentando las violencias contras las mujeres, por lo que esto se vuelve un elemento de gran importancia para la reflexión y la misión de nuestro Programa Universitario Amazónico (PUAM). Así como también es muy importante colaborar con un esfuerzo interinstitucional para la prevención de la violencia sexual y física, y al acompañamiento para una reparación integral de las víctimas. En este contexto, las mujeres de la Amazonía son sobrevivientes que claman y merecen justicia.


[i] En el Informe de Brasil existe la clasificación de las muertes de mujeres en feminicidios y homicidios a mujeres. Como el objetivo de la elaboración del cuadro comparativo es evidenciar la cantidad de mujeres asesinadas se optó por unificar los números y colocar el total general. https://forumseguranca.org.br/anuario-brasileiro-seguranca-publica/

[ii] En países como Venezuela, Ecuador y Brasil se cuenta con observatorios de organizaciones sociales que fiscalizan la información y elaboran boletines mensuales y anuales. No son solo datos sobre los feminicidios, en casos como el de Venezuela se pude evidenciar el perfil y detalles de las víctimas, como de los victimarios. En Colombia y Bolivia si bien existen datos, no se encuentran actualizados. En el caso de Colombia llama la atención que, de los seis departamentos amazónicos, solo se cuenta con la información de dos de ellos, como si en los otros departamentos no suceden feminicidios. Entre las principales conclusiones de algunos de los informes está la ausencia de documentación de los casos. Sin embargo, las cifras mostradas evidencian la perpetuación del feminicidio como el principal crimen patriarcal en la región amazónica.

[iii] Escuela para la promoción, defensa y exigibilidad de los derechos humanos en la Panamazonía (I ciclo 2016 -2017; II ciclo 2018 -2019).

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