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Diez años atrás, 150 personas de doce países se reunieron los días 22, 23 y 24 de abril, en Puyo (provincia de Pastaza, Ecuador). Esa Asamblea sentó las bases que darían pasó a la creación de la Red Eclesial Panamazónica (REPAM), en Brasilia, septiembre del 2014.

No olviden a la Amazonía, es crucial para el futuro de la humanidad.

Card. Claudio Hummes, primer Presidente de REPAM.

La historia de la Iglesia Católica en la Amazonía es de larga data, y que se ha visto marcada con las primeras misiones jesuitas y franciscanas, que se remontan a 1549, llegando hasta el Sínodo para la Amazonía, se pueden encontrar una serie de historias de defensa —y de amenazas— a la región y a sus habitantes.

Desde el encuentro de las culturas en 1542, hasta la actualidad, a la región la han marcado una serie de problemáticas derivadas de la extracción de los recursos —materias primas— que ahí se encuentran. Basta recordar cómo, en el siglo XX, indígenas uitotos, boras, okainas y muinanes (Perú y Brasil) fueron esclavizado por empresarios para la explotación del caucho, para dar una mirada al presente y preguntarnos: ¿qué ha cambiado?

La lucha por el cuidado de la Amazonía tiene referentes

En los años en los que la Amazonía y sus pueblos han atestiguado como el modelo extractivista, tan vigente en la región, ha devastado sus tierras y hogares, han visto también la presencia de la Iglesia expresada en rostros como el de mons. Alejandro Labaka, el de la hna. Inés Arango, en el de Vicente Cañas, en la hna. Cleusa Rody Coelho, en Ezequiel Ramin, en Alcides Jiménez o en Nicolasa Nosa. A todos les une el haber dado su vida por su lucha en defensa de la Amazonía y su gente.

Y es que hablar de la Red Eclesial Panamazónica es hablar de esa trayectoria propia de la Iglesia junto y en defensa de los más vulnerables.

Como lo describe el actual presidente de REPAM y obispo del Vicariato Apostólico de Puyo, mons. Rafael Cob en su reacción para repam.net: “El trabajo de escucha en los territorios, pronto se iría transformando en el tejer de esa red, articulando los testimonios y mensajes de sus habitantes, de los ancianos y las mujeres de esta selva, donde los ríos y los árboles también hablan. Donde la sabiduría ancestral se revela en la profundidad del misterio, en la sencillez del niño o la simplicidad de una flor (…)”.

10 años remando juntos por la vida en la Amazonía

Diez años atrás la construcción de esta Red “buscaba fortalecer la dimensión social y organizativa y el tejido social, (…) y el reconocimiento de la identidad de los pueblos, buscando incidir en derecho con una visión territorial Panamazónica”, escribía Mauricio López, director del Programa Universitario Amazónico (PUAM), en la revista Corazonando (Cáritas Ecuador, 2013).

Asistentes al encuentro en Puyo, 2013. Fotografía cortesía de REPAM.

Pero ¿qué ha cambiado para la Amazonía y para la Iglesia desde la existencia de la REPAM? Para López, uno de los cambios más significativos en este tiempo “es, paradójicamente, la existencia de la propia REPAM. Es decir, diez años atrás parecía una locura, un sueño imposible, una irracionalidad. Incluso para algunos una irresponsabilidad. Por la dimensión del alcance, la complejidad, la profundidad del proceso”.

Uno de los rostros y voces que ha acompañado a la REPAM durante esta década ha sido el misionero capuchino Txarly Azcona. Él es director de Cáritas en Aguarico, un Vicariato Apostólico ubicado en Orellana, provincia amazónica de Ecuador. Para él “la REPAM nos ha llevado a reconocer, con humildad, que tenemos que valorar la vida de la Amazonía (…) a unir a todos para defender este territorio, para defender a los pueblos y responder juntos a las injusticias”.

La presencia en el territorio amazónico ha exigido que REPAM diseñe y encuentre estrategias de acompañamiento y defensa para el mismo. La hermana Digna Erazo, misionera Laurita y partícipe de los procesos de articulación y formación de la Red, destaca, desde su perspectiva que “el trabajo en red para la defensa de los derechos en la Amazonía, con realidades como la deforestación, extracción minera, contaminación de ríos, requiere de la formación de líderes y lideresas para la promoción, defensa y exigibilidad de los derechos humanos y derechos colectivos de los pueblos originarios”. La hermana Erazo coloca como ejemplo al Sínodo Amazónico, al Documento Final y a la Encíclica Laudato Si’ como valiosos aportes en los que “la REPAM fue y sigue contribuyendo de forma activa y comprometida”.

Respuestas, que a consideración de Romina Gallegos (del equipo del Centro de Programas y Redes de Acción Pastoral [CEPRAP], del CELAM), son proféticas en cuanto a las necesidades de los territorios, así como las respuestas necesarias para los mismos. Gallegos fue parte del equipo técnico de la Secretaría Ejecutiva de la REPAM, del 2014 al 2020. Ese tiempo le ha servido para reflexionar en el rol de la Red dentro de la Iglesia: “La gran noticia ha sido que las instituciones, los procesos pastorales y las estructuras eclesiales no estén al servicio de las fronteras geográficas de la Iglesia, sino más bien que tiene el sentido de invitarnos a repensar un proceso de pastoral de conjunto para un territorio concreto. La REPAM nos ha regalado el saber que las estructuras se pueden repensar remover, adaptar. Eso implica también el signo tan importante de que podemos siempre cambiar, que podemos estar realmente al servicio de la realidad”.

Un concepto en el que coinciden –quienes han sido parte de todo el proceso de construcción de a REPAM– es el de caminar juntos y las implicaciones que esto tiene. Como destaca Azcona, “caminar juntos es desaprender muchas cosas y aprender el Evangelio inédito que está con ellos [refiriéndose a los pueblos e indígenas amazónicos], del que nos hablaba monseñor Alejandro Labaka: tenemos que entrar desnudos, desnudarnos de toda nuestra cultura para descubrir con ellos esas semillas del Verbo, para descubrir con ellos el Evangelio”.

Impacto internacional y el desafío de construir redes

El impacto de REPAM no se ha sentido solamente en la Amazonía, en el tiempo de existencia de la Red ha podido inspirar y acompañar el nacimiento de muchas otras, como a la Red de la Cuenca del Congo, por sus siglas en francés REBAC, en la región de Mesoamérica: REMAM, a la Red del Acuífero Guaraní el Gran Chaco: REGCHAG o a la Red Eclesial del río sobre el Océano para Asia y Oceanía, por sus siglas en ingles RAOEN.

Los desafíos no han sido pocos, para López, uno de los más grandes ha sido la respuesta a la inequidad que se vive en la Región, expresada en la exclusión, la vulneración de los derechos, sobre todo para los pueblos, comunidades indígenas y campesinas, los más empobrecidos.

El trabajo en red propuesto por REPAM visibilizó, según López, el desafío de superar las fragmentaciones internas de la Iglesia: donde las mujeres tienen un rol secundario como religiosas o como laicas, donde los laicos también tienen un rol muchas veces secundario. “El desafío de articular toda esta diversidad en un proceso donde el grito de la realidad, el grito de los pobres y la madre tierra sea más fuerte que nuestras diferencias. El desafío de la desconfianza, como tantas veces expresó durante el camino, diciendo que acompañará a los pueblos no es una prioridad que la defensa de los derechos humanos no es un elemento de evangélico, aunque la doctrina social, claramente inspirada en el Evangelio, así lo expresa”. Diez años han pasado, en los que la Red Eclesial Panamazónica se ha puesto al servicio de la Amazonía y de todos quienes la habitan, pero con la convicción de que sean ellos: los pueblos, las comunidades del territorio, sujeto y protagonistas de su propia historia.

Fotografía de portada cortesía de REPAM Ecuador.
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