La ciencia desempeña un papel crucial en la construcción de un futuro sostenible, equitativo y justo, proporcionándonos, potencialmente, soluciones innovadoras a los desafíos ambientales, sociales y económicos.
Este año, marcado por varias catástrofes medioambientales –particularmente– en América Latina, nos da una pauta en cuanto a la urgencia de investigar y el desarrollar soluciones a los problemas como el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la escasez de recursos, y desarrollar tecnologías limpias y eficientes que minimicen el impacto ambiental. Además de promover la equidad social al mejorar la salud pública, aumentar la seguridad alimentaria y facilitar el acceso a la educación y la información, asegurando que los beneficios del progreso científico se distribuyan de manera equitativa entre todas las comunidades.
Las inundaciones, los incendios, las sequías, la dramática disminución del agua dulce a nivel mundial han logrado el desplazamiento de miles de personas (el Banco Mundial proyecta que para 2050 habrá cerca de 17 millones de migrantes por motivos climáticos en América Latina y han causado importantes daños materiales. Lamentablemente, estos sucesos ponen de manifiesto la creciente vulnerabilidad de la región a los impactos de la crisis climática.
En este contexto, la pregunta propuesta por la UNESCO para el Día Mundial de la Ciencia para la Paz y el Desarrollo –celebrado el pasado 10 de noviembre–, «¿por qué es importante la ciencia?», adquiere una dimensión aún más profunda. La ciencia, con su capacidad de generar conocimiento, innovación y soluciones, se perfila como una herramienta esencial para superar los retos socioambientales a los que nos enfrentamos. Ya se trate de desarrollar tecnologías limpias y eficientes, de comprender los complejos mecanismos climáticos, de encontrar soluciones a la crisis del agua o de prevenir y mitigar las catástrofes naturales, la ciencia tiene un papel fundamental que desempeñar.
Pero la importancia de la ciencia va más allá de su capacidad para resolver problemas. También es crucial para promover la educación, el pensamiento crítico y la participación ciudadana. Al estimular la curiosidad, la indagación y el cuestionamiento, la ciencia nos capacita para construir un futuro más consciente, responsable y sostenible.
Recordemos el Génesis: «El Señor Dios tomó al hombre (ser humano) y lo puso en el jardín del Edén para que lo cultivara y lo guardara» (Gn. 2:15). Durante años, una interpretación corriente de este pasaje categorizaba a la humanidad como separada y superior a la naturaleza. En una interpretación más actual y en diálogo con la ecología integral, como nos recuerdan Leonardo Boff y Afonso Murad, la humanidad tiene la responsabilidad de cuidar la creación. La ciencia, como cuerpo de conocimiento que nos permite comprender los mecanismos de funcionamiento de la naturaleza y la sociedad, es una herramienta para este cuidado. Cuidarnos los unos a los otros y cuidar el planeta. Pero no nos engañemos: las promesas de progreso de la ciencia no se cumplen exclusivamente como beneficios.
El progreso científico debe alinearse con valores que conduzcan a un uso responsable de estos conocimientos. Ciertos conocimientos pueden poner en peligro el equilibrio natural. El progreso también se utiliza a menudo como una forma de dominación, o incluso se comercializa como una forma de garantizar beneficios mientras se priva a los más pobres del acceso a los mismos, lo que no se asocia en modo alguno con los derechos humanos.
El PUAM se fundamenta en una educación que promueve la armonía de la creación divina, la producción de conocimiento que respeta a los diferentes pueblos de la Amazonía y las diferentes manifestaciones de la creación divina. ¿Por qué es importante la ciencia? Porque entender la naturaleza y la humanidad nos permite cuidar el planeta y garantizar que todos tengan acceso a los avances que promueven una mejor calidad de vida.
La ciencia, como hemos visto, es una poderosa herramienta para construir un futuro más justo y sostenible. Pero para que cumpla este papel, debe estar al servicio del bien común y guiarse por valores éticos y humanistas. Te invitamos, lector, lectora, a reflexionar sobre el papel de la ciencia en tu vida y en la sociedad, y a comprometerte en la búsqueda de un progreso científico que beneficie a todos, sin excepción. Comparta sus ideas, participe en el debate y contribuya a construir un futuro en el que la ciencia sea un instrumento de paz, justicia y desarrollo integral.