Se ha cumplido un año ya desde que el Programa Universitario Amazónico (PUAM) fuera oficialmente fundado, luego de alrededor de dos años de exploración y discusión, en medio de un proceso en el que la Iglesia Católica se ha involucrado y fortalecido, buscando acompañar, defender y promover los derechos de los pueblos y comunidades de la Amazonía.
Respondiendo a las urgencias del territorio
Un año ha pasado ya desde que veinticinco representantes del territorio amazónico, de instituciones de educación superior y de la Iglesia se reunieran en las instalaciones de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador, Quito, con el objetivo de compartir diversas experiencias territoriales e institucionales a nivel regional y mundial para, juntos, contribuir a la formalización y construcción del Programa Universitario Amazónico. Esto, como una respuesta al desafío 114 del Documento Final del Sínodo de la Amazonía –proponemos que sea establecida una Universidad Católica Amazónica basada en la investigación interdisciplinaria, en la inculturación y en el diálogo intercultural (…)– y a las urgentes desigualdades y problemáticas presentes en la región en cuanto a acceso a una adecuada educación, especialmente superior, que escuche y conserve las diversas culturas y saberes de los pueblos vulnerables.
Y es que, este primer año ha servido para reafirmar la necesidad de diseñar un modelo educativo que promueva el diálogo intercultural, la valoración de identidades y sabidurías territoriales, y que responda a una dinámica que la Iglesia lleva décadas ejerciendo y puliendo: servir a la realidad particular de los pueblos y comunidades con un enfoque de desarrollo integral, promoción de la justicia y a la luz del magisterio, sobre todo, con el Pacto Educativo Global del Papa Francisco como eje primordial. Las dinámicas de quienes habitan la Amazonía así lo exigen.
La presencia de la Iglesia en la Panamazonía tiene diversas expresiones, con las que busca caminar en comunión con las propias experiencias del territorio y en unidad con el mismo. Expresiones que se reflejan en el servicio a la promoción y fomento de respuestas concretas a las necesidades de las periferias. Es por esto por lo que la Iglesia sigue asumiendo una vocación de escucha a las personas en el territorio como punto de partida, y con el llamado del Card. Claudio Hummes para que ellos, los pueblos, sean sujetos de su historia.
Primer año, primeros logros y más desafíos
Para el PUAM, este tiempo se ha caracterizado por el establecimiento de alianzas estratégicas con instituciones y territorios, con los que se están concibiendo los Centros Comunitarios de Aprendizaje (CCA), y el diseño de su oferta académica inicial. Avances que no han dejado de lado la vocación articuladora que ha caracterizado a los procesos de la Iglesia en el territorio desde el nacimiento de la Red Eclesial Panamazónica (REPAM) y la creación de la Conferencia Eclesial Amazónica (con la que el PUAM guarda una relación orgánica, desde su respectiva autonomía) y que se condensan en comisiones que promueven y animan temáticas específicas en el diseño de los programas que alcanzarán el nivel técnico universitario: Derechos Humanos, Realidad Amazónica, Espiritualidades, Ecoturismo, Construcción de Paz, Movilidad Humana, Salud, Gestión del agua, educación intercultural, entre otros.
Un enfoque educativo que se inspira en los sueños descritos por el Papa Francisco en su Exhortación Apostólica Querida Amazonía: Social, Cultural, Ecológico y Eclesial, y que busca ser una referencia en su alcance e impacto en comunidades con dinámicas transformadoras y promotoras de cambios estructurales positivos a las que la educación más tradicional no ha sabido llegar o entender.