Un problema silencioso acecha a las comunidades amazónicas. La llegada de alimentos procesados, el abandono del territorio y la dependencia creciente a economías de mercado han alterado drásticamente las dietas tradicionales, desencadenando una crisis de salud y malnutrición.
¿Pero cómo en un territorio tan biodiverso, lleno de especies vegetales y animales, con abundante agua, existen problemas de acceso a una adecuada alimentación?
Nuestra percepción de lo que hoy es la Amazonía seguramente no alcanza a dimensionar las graves y recurrentes amenazas que lleva enfrentando este territorio por décadas: La presencia de petroleras, de mineras, de madereras, de sospechosos incendios que acaban “misteriosamente” convertidos en extensos campos de monocultivo. A las comunidades indígenas y ribereñas se les está arrebatando su hogar y en el proceso orillándoles a abandonar su cultura, su lengua, sus tradiciones y a su gente. En muchos otros casos, también, condenándoles a morir.
Pero para este punto quizá muchos nos preguntemos ¿y esto que tiene que ver con la malnutrición?
La respuesta corta es: todo. Pero podemos extender esta respuesta con algunos datos que se han recogido alrededor de todo el territorio y que nos dan muestra de un problema aún más grande, que al sol de hoy inquieta y preocupa.
Un problema global
La malnutrición es un problema al que la humanidad no le ha encontrado solución durante décadas. Y es que hoy en día ya no solo basta hablar de, por ejemplo, el hambre. Hacerlo ocultaría un panorama mucho más amplio sobre la accesibilidad de alimentos sanos y nutritivos y más importante, lo que evita su acceso.
Sobre el hambre –específicamente– mucho se ha escrito sobre las causas estructurales y el contexto histórico del hambre. En julio de 2024, organizaciones especializadas de las Naciones Unidas publicaban el Informe sobre El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo (SOFI), en el que se indica que 733 millones de personas pasaron hambre en 2023, es decir una de cada 11 personas en el mundo, y en África una de cada cinco.
¿Pero qué pasa con la malnutrición?
Empecemos por entender el concepto. Unicef España describe a la malnutrición como el concepto que engloba toda situación en la que hay un exceso o deficiencias o desequilibrios nutricionales en la alimentación, y tiene como consecuencia problemas graves de salud.
La malnutrición abarca tanto la desnutrición, que incluye la emaciación y el retraso del crecimiento, como el sobrepeso y la obesidad. En 2022 se registró que 149 millones de niños menores de cinco años sufrían retraso en su crecimiento, mientras que 37 millones tenían sobrepeso. Además, la inseguridad alimentaria afecta a 2.300 millones de personas, lo que refleja la gravedad del problema y la necesidad urgente de encontrar soluciones sostenibles.
Las consecuencias de la malnutrición son profundas, impacta en la salud, el desarrollo y la economía de las comunidades afectadas.
¿Qué pasa en la Amazonía?
Para José Ocaña, Mgtr. Investigador del Instituto de Salud Pública (ISP) y docente de la Facultad de Medicina de la Pontificial Universidad Católica del Ecuador (PUCE), los cambios en la alimentación detectados en las comunidades urbanas y rurales de la Amazonía ecuatoriana dan cuenta del impacto del cambio de los ambientes alimentarios desde hace varias décadas, producto de las actividades económicas, sobre todo extractivas en la región y del avance agresivo e inequitativo del urbanismo hacia zonas periféricas.
Cuando la distancia entre la producción alimentaria y el acceso a esta comida en el plato aumenta, por cambio en los usos de tierra, o la migración del campo a la ciudad la relación con la comida cambia. Esto representa una seria amenaza para la seguridad alimentaria del territorio. La pérdida de biodiversidad y la sobreexplotación de recursos naturales han reducido la disponibilidad de alimentos nutritivos. Esto ha llevado a una dependencia creciente de alimentos menos nutritivos y más procesados, que no cubren las necesidades dietéticas de la población.
En varias regiones de la Amazonía, los índices de malnutrición son alarmantes. Un ejemplo lo podemos encontrar en el departamento de Loreto, en la Amazonía peruana, en donde una cuarta parte de los niños sufre desnutrición y más de una quinta parte de las mujeres en edad fértil tiene déficit de hierro. Además, en muchas regiones amazónicas del Perú, la anemia infantil supera el 40 por ciento en bebés de 6 a 35 meses.
Se enferma la tierra, se enferma la gente
El Instituto de Salud Pública (ISP) de la PUCE, el cual contribuye en el desarrollo del Eje de Salud del PUAM, ha llevado a cabo una serie de investigaciones que aportan datos que nos permiten explorar la importancia de la relación de las comunidades con su propia tierra y el problema que representan las variadas actividades extractivas que amenazan los territorios.
Una investigación sobre malnutrición infantil y maternal realizada por el ISP, entre 2020 y 2024, en comunidades Waorani en Pastaza, Orellana y Napo, en Ecuador, reveló que el 35 por ciento de los niños menores de cinco años sufren de desnutrición crónica, casi el doble de la media nacional, que fue del 17,5 por ciento, entre 2022 y 2023. La malnutrición infantil es un reflejo de problemas más profundos en estas comunidades.
La investigación muestra que las comunidades cercanas a campos petroleros y con mayor acceso a la economía de mercado han integrado alimentos industrializados, lo que ha provocado deficiencias nutricionales, aumento de sobrepeso y obesidad en las madres, y desnutrición crónica en los hijos, agravado por el acceso limitado a servicios básicos y de salud.
Los efectos sociales y comunitarios se hacen evidentes: la desnutrición crónica tiene efectos devastadores en la salud física, psicológica y social de la comunidad, para los niños estos efectos se traducen en menores posibilidades de subsistencia y perpetúan ciclos de pobreza y desigualdad.
Pero estas no son las únicas transiciones alimentarias detectadas.
Entre febrero y abril de 2023, el Instituto de Salud Pública (de la PUCE), junto a la Red Eclesial Panamazónica (REPAM), el Programa Universitario Amazónico (PUAM), con apoyo de Porticus, llevaron a cabo un estudio exhaustivo sobre la salud y nutrición de las familias vinculadas a escuelas fiscales y fiscomisionales en las seis ciudades capitales de la Amazonía ecuatoriana. Este estudio abarcó una muestra representativa de 1042 familias de 12 instituciones educativas y concluyó con la publicación del informe: Resultados en Salud y Nutrición de Familias de las Unidades Educativas de la Amazonía Urbana.
El estudio (que puedes leer aquí) reveló que el 18,03% de los hogares encuestados vivían en pobreza por ingresos, y un 18,7% reportaron haber experimentado episodios de violencia física en los últimos 12 meses. La estructura familiar predominante era biparental, con un 17,4% de familias monoparentales y un 17,2% de familias ampliadas.
¿Qué se encontró?
El estado nutricional de los adultos mostró que el 71,8 por ciento padecían de sobrepeso y obesidad. Entre los niños, casi 4 de cada 10 presentaban la misma condición de malnutrición por exceso. Además, más de la mitad de los padres de familia consumieron productos chatarra el día anterior a la encuesta, lo que refleja hábitos alimenticios poco saludables.
La inseguridad alimentaria fue un problema significativo, con el 36,1 por ciento de las familias experimentando inseguridad alimentaria moderada y severa en los últimos 12 meses. Esto se debió a la falta de recursos, lo que llevó a una disminución en la cantidad de alimentos o incluso a no comer durante el día.
Una lenta condena
La malnutrición e inseguridad alimentaria detectadas en ambos estudios dan cuenta de una serie de impactos a nivel comunitario, social y personal.
La falta de nutrientes esenciales como proteínas, hierro y zinc afectan directamente el desarrollo físico y cognitivo de los niños, y puede llevar a problemas de salud a largo plazo, incluyendo enfermedades infecciosas y crónicas.
La malnutrición limita la capacidad de las personas para trabajar y participar en actividades económicas, perpetuando el ciclo de pobreza. Las comunidades indígenas, en particular, enfrentan desafíos adicionales debido a la falta de acceso a servicios de salud y educación adecuados.
Mientras que la degradación ambiental y el cambio climático aumentan la exposición a enfermedades infecciosas, como la malaria y el dengue, que afectan desproporcionadamente a las comunidades malnutridas.
La urgencia con la que se debería abordar el tema por los estados es inexistente con respuestas ineficientes y desconectadas de la realidad de los pueblos y comunidades periféricas en la Amazonía y el mundo. Garantizar una adecuada alimentación es fundamental para la construcción de un futuro sostenible y justo y, sobre todo, garantista de la vida de nuevas generaciones.
La salud es parte de la futura carrera técnica/tecnológica del PUAM
La iniciativa de articulación interinstitucional en el marco del y con la participación del PUAM, entre el Instituto de Salud Pública de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE), el Instituto de Salud Pública de la Pontificia Universidad Javeriana (PUJ) y el Programa Universitario Amazónico (PUAM) se denomina Eje de Salud. Cuenta con los siguientes componentes de trabajo: Extensión o Vinculación – el Observatorio Territorial de Salud en la Amazonía (OTSA), investigación y formación. En este último, nos encontramos desarrollando el Programa Formativo de Salud y Bienestar en la Amazonía, que formará parte de la Carrera Técnica Superior en Gestión Integral del Territorio Amazónico del PUAM.
Este artículo se realizó en colaboración con el Instituto de Salud Pública de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE).
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